miércoles, 31 de octubre de 2007

Caída

Siempre contabas con el alma de la queja. Remedabas el miedo con un pudor descarado. Detenías la mirada con un puñado de lágrimas filosas. Confiabas en el poder de la miseria.
Desde ahora, te vestiste de derrota lasciva. Y tenés miedo cruento, real y ardiente. Te quema los labios. Aquellos que lastimaste de palabras. Te remeda a vos el miedo. Con sus estambres eléctricos peciolados bellos. El lamento te preña, ahora, sí, sentís la criatura viva rompiendo los músculos carmesíes. Muy dentro de, de adentro, dentro de unos instantes te golpeará con sus pies gelatinosos ese miedo con que anegaste tu sangre estéril y actoral actuar la vida subterfugio de la queja disfrazar persona de alma de sangre y queja
y rabia homicida
naturalicida
egoicida

Erigirás tu próxima venganza con el hastío